Es evidente la crisis de conducción en la gestión del gobierno de Rogelio Frigerio, que llegando al año y medio, comienza a mostrar un acentuado desgaste: mucha superestructura y poca respuesta en el territorio.

Las áreas de Salud, Educación y Desarrollo Social (y COPNAF), son donde más se manifiesta la falta de respuestas concretas. El resto de las áreas no tienen crisis de gestión porque no hay nada para hacer, como es el caso de Producción o Ambiente. La única área que sobresale es Seguridad y Justicia.

El meollo de la cuestión es que los alfiles de Rogelio, Mauricio Colello y Manuel Troncoso, por alguna razón, ven cómo sus decisiones tomadas en la Casa Gris no llegan al territorio. Es como si, en la cadena de mando, hubiera muchas interferencias. Es así que, en las distintas áreas críticas, hay gente que responde a “Mauri” y otra a “Manu”. Los chisporroteos, con el paso del tiempo, se fueron asentando y se convirtieron en una silenciosa guerra fría.

A esta situación hay que sumarle las constantes críticas ponzoñosas de sectores radicales contra Troncoso y su relación con el peronismo. Se escucha decir: “Manu solo quiere comprar peronistas y no paga a los radicales”.

Estas tensiones, y una oxigenación de gabinete sin fuerza, dejaron enojado al exgobernador Mario Moine, ya que perdió dos ministerios claves: Salud y Economía. Es por eso que Rogelio le comentó, en una reunión privada, a Moine que le entregaría el Ministerio de Gobierno, y a Manuel Troncoso elegantemente lo llevaría como diputado nacional. De esta forma, oxigena la gestión y manda un gesto clave al radicalismo.

En la mesa chica, Troncoso es quien habla de lo complicados que son los radicales para la gestión: “No tienen voto y quieren el gobierno para ellos”. Los principales apuntados son Amado Fuad Sosa y Fabián Rogel, quienes están acostumbrados, en nombre de la política, a jugar a dos puntas.