Si todos y cada uno de nosotros tuviéramos la mente de Milei, el mundo sería distinto.
Las jerarquías sociales se basarían en el mérito y ya no habría desigualdades. Todos estaríamos en las mismas condiciones para la batalla. El miedo a un Dios inexistente dejaría de intimidarnos y limitarnos y solo nos importaría la evidencia empírica.
Si todos tuviéramos la mente de Milei, no habría políticas económicas que nos subyuguen y dejaríamos que el Mercado se autoregule sin ninguna intervención del Estado paternalista.
Si todos tuviéramos la mente de Milei, el Banco Central desaparecería y el valor de la moneda estaría signado por la confianza que el Pueblo tiene en ella.
Si todos tuviéramos la mente de Milei, la casta política dejaría de existir y el Estado Moderno ya no sucumbiría ante las teorías locas y desaforadas de los seudocientíficos de las Ciencias Sociales.
Si todos tuviéramos la mente de Milei, éste sería un mundo iusto, racional, conservador de las tradiciones y de su historia; un mundo absolutamente libre:
lamentablemente no todos tenemos la mente de Milei.
Los que no tenemos la mente de Milei necesitamos un Estado presente que regule el poder para darle oportunidades a aquellos que no tenemos la mente de Milei.
Para que los postergados y los desamparados de siempre cuenten con la contención y la solidaridad del resto de la Sociedad, esa Sociedad de la que somos parte y que también nos pertenece.
Porque los que no tenemos la mente de Milei y tuvimos que luchar y sortear las dificultades cotidianas para poder sobrevivir en un ordenamiento societal pensado y creado para los que tienen la mente de Milei. Porque tuvimos que elegir entre estudiar o comer. Porque supimos sacrificar nuestra felicidad en pos de la felicitad de las personas que queremos. Porque siempre estuvimos oprimidos por la gente que tiene la mente de Milei: ese 1% que disfruta del sacrificio del otro 99.
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